Un archipielago de cuerpos en el mar de mi memoria.
Una flota de desnudos cuerpos en el mal de mi memoria.
Perdiendose en el rumbo
Corrientes del olvido los alejan.
Los dispersan, los reflujan.
Los atraen a mi costa que es un páramo a esta altura.
Los revisten de serenos vientos,
los repelen si lastiman.
Los calcinan unas playas que cultivo en vano
y son piezas del cadaver de un despido.
Como voces del adios, serenas e implacables
me devuelven gemidos.
Como siestas de paso, me acarician, me rozan
Malolientes fracasos que no han sido
sino un tibio latido
que perdido en el tiempo
ya no alcanza a latir
Pero aun vivo, y espero con la sed en la boca,
un cardumen de espigas,
una luz en el agua,
un saludo infinito,
que una honda mañana sea de noche en los mares
y se encienda el camino…
Por donde aparezcas
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